Vulnerabilidad de la infancia
Existen unos grupos poblacionales de mayor vulnerabilidad ante la acción de los contaminantes medioambientales. Estos grupos son los siguientes: época fetal, infantil, juvenil, mujeres, y especialmente las embarazadas y lactantes, tercera edad, minorías étnico-culturales y enfermos crónicos.
La población pediátrica, que abarca las dos primeras décadas de la vida, engloba a tres de los grupos más vulnerables a las amenazas medioambientales, por los siguientes motivos:
Inmadurez anatómica y funcional.
Todos los sistemas orgánicos atraviesan diversas fases de crecimiento del número y tamaño celular que se inician en la época fetal, persistiendo durante la infantojuvenil, para terminar al final de la adolescencia e inicio de la época adulta. Las fases especialmente críticas son la fetal y la primera infancia, determinando efectos adversos en la salud a corto, medio y largo plazo.
Mayor consumo energético-metabólico.
Por el rápido crecimiento y desarrollo, los niños necesitan un mayor aporte de oxígeno y de substancias nutricionales. Por ello, comen más alimentos, beben más líquidos y respiran más aire por kilogramo de peso corporal que los adultos. Los niños, especialmente durante los primeros 10 de vida, inhalan, ingieren y absorben transdermicamente más substancias tóxicas medioambientales por kilogramo de peso que un adulto. Si a ello unimos la menor capacidad para neutralizar, detoxificar y eliminar los contaminantes externos, vemos que sus efectos adversos van a ser más intensos y persistentes.
Comportamiento social.
«Nosotros los niños pasamos casi todo el día por el suelo y …»
Los niños, por su conducta natural, presentan una mayor espontaneidad, curiosidad y confianza hacia su entorno, provocando una mayor indefensión ante las agresiones medioambientales y los signos de alarma que avisan/alertan a los adultos. La tendencia a descubrir, tocar, respirar, degustar, y muchas veces ingerir substancias u objetos que exploran, como tierra, pinturas, plásticos, etc., los convierte en sujetos especialmente expuestos a los tóxicos medioambientales. Al reptar, gatear y arrastrarse por los suelos domésticos y en los espacios exteriores, están más expuestos a los contaminantes potenciales del polvo, suelo, plomo de las pinturas, trozos de juguetes y plásticos, químicos domésticos y de jardinería o agricultura, etc. Incluso en el mismo ambiente doméstico, durante los primeros dos años de vida, al estar más tiempo a ras del suelo, respiran compuestos orgánicos volátiles que son más densos y pesados que el aire y que los adultos no inhalan.
Mayor expectativas de vida.
Como los niños tienen por delante muchos más años potenciales de vida, pueden desarrollar efectos a medio y largo plazo ante exposiciones crónicas a bajas dosis de los contaminantes ambientales.
Nula capacidad de decisión.
Nula capacidad de decisión en los temas medioambientales que: a) les afectan con mayor gravedad que a los adultos; b) y que hipotecan irreversiblemente sus hábitats futuros.
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